insensatas e insípidas palabras
caen como cascadas,
repiqueteando en mi ser
adentrándose en mis entrañas.
¿Cuándo dejará de llover?
O acaso no está lloviendo...
¿Serán sus voces de hielo
las que hieren mi pecho?
Mas oídos sordos,
dotada de eterna paciencia
habrán de enseñarme
a ignorar la superflua
tormenta de carcajadas,
saliendo así victoriosa,
de mayor grandeza.
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