Por demostrar que podemos hacerlo. No queremos defraudar a aquellos que han puesto su confianza en nosotros.
Somos eternos malabaristas de la vida, intentando hacer cada vez más cosas sin abandonar las demás.
Pero un día tropezamos.
Nos damos cuenta que falta una pieza del rompecabezas.
Enloquecemos.
Procuramos recomponer la naturalidad perdida. Pero no podemos.
Porque jamás existió.
Vivimos engañados en nuestro humilde intento de perfección.
Y caemos inconscientes, golpeados por un puño invisible que nos quita el aliento.
Porque ser bueno jamás es suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario